Carles Franch. Foto: Jordi Cortadella.
Carles Franch, veterano ex-jugador de Pioners, ha sido entrevistado por El Periódico de Catalunya dentro de la serie de artículos “Gente corriente” con los que, desde la contraportada, nos obsequia cada semana Núria Navarro. Si no tuviste la oportunidad de leerla en el periódico, aquí os la ponemos.
Gente corriente. (Lunes, 14 de junio del 2010)
Figurante del Liceu. Este fabricante de equipos de climatización logra ser el actor que quiso ser y no fue en la ópera.
«Es como ver la ópera en primera fila y cobrando»
Ha actuado junto a Plácido Domingo y Montserrat Caballé, y lo han dirigido Núria Espert, Calixto Bieito y Gilbert Deflo. Carlos Franch (Barcelona, 1960) es figurante del Liceu desde 1999. Nació al lado de la plaza Reial –su abuela tenía una cacharrería en la calle.
¿Se vive haciendo de figurante?
¡No llegas ni a mileurista! Yo me gano la vida como fabricante de equipos de climatización. Hacemos las cortinas de aire de Mercadona, por ejemplo. Es una empresa familiar fundada en 1968 por mi padre, que era planchista de oficio.
No era lo que quería, sospecho.
Yo soñaba con ser actor. Pero mi padre quería que sus hijos tuvieran una carrera. Así que, por las mañanas, descargaba camiones y por las tardes, estudiaba Empresariales. Luego me fui a la mili a Madrid. Me incorporé el 23 de febrero de 1981.
El 23-F nada menos.
Estábamos en Colmenar Viejo y vimos que los coes se movilizaban, pero lo tomamos como una novatada. ¡No nos enteramos de nada! Al volver hice un máster en gestión gerencial y monté una empresa para comercializar los productos de la fábrica.
Pero seguía queriendo ser actor.
Sí. Me apunté a arte dramático en el Col.legi de Teatre. Salió un anuncio del Colacao con Teresa Rabal, hice la prueba y me descartaron por la dicción. Así que me anoté a un curso de dicción y canto. Allí conocí a mi segunda mujer, una cantante de ópera. Ella me ayudó a educar el oído.
Entró en el Liceu por amor, pues.
No exactamente. En 1999 vi en la calle un anuncio que pedía figurantes para la primera ópera del reconstruido Liceu, la Turandot de Núria Espert. A la prueba acudieron unos 400 y estuve a punto de irme. Pero el encargado de casting me vio y me dijo: «Usted será sacerdote».
Sacerdote en la Turandot de la Espert no es mal comienzo.
Desde entonces hasta hoy habré hecho de figurante en unas 25 producciones. Dos o tres al año. Es como ver ópera en primera fila y cobrando.
¿Alguna entrada a destiempo? ¿Algún pisotón a la diva?
No. Pero en toda ópera pasan cosas. En La dama de picas me cogieron para hacer de crupier. Tenía que manejar las cartas de tal modo que al cantante siempre le quedara en la mano el as de picas. ¡Hice virguerías para tener la carta controlada!
Más, más.
¿Recuerda la polémica Un ballo in maschera de Calixto Bieito?
¿La que aparecían unos señores trajeados sentados en el váter?
Yo era el que estaba en el centro de ellos, con los pantalones bajados. Tenía que colocar una pistola en la cisterna e irme. Pero tenía libertad de improvisar, así que hice un gesto escatológico y el público me gritó de «marrano» para arriba.
Eso es más que hacer de bulto.
No me gusta el papel de figuración pura y dura. Prefiero demostrar que hago algo. Desde que la ópera se ha teatralizado tenemos más papel.
Los críticos no se fijan en ustedes.
Nos sentimos un poco despreciados. Es que hasta da rabia el nombre de figurante… Aun así, a mí me emociona el olor de bambalina. Es una especie de droga que necesito.
Menuda doble vida, señor Franch.
Me gusta saber un poco de todo. Para poder entender el mundo. Pero me han pasado más cosas, ¿eh?
¿Como cuáles?
A los 18 años me enamoré en Menorca de Ilona, una alemana de Wiesbaden. Yo no hablaba inglés ni ella, castellano. Desapareció y 30 años después la sucursal alemana de Endemol me localizó para un programa tipo Amor a primera vista. Me pidieron que grabara un vídeo y que luego saliera de detrás del telón para sorprender a Ilona. Al final no pudo ser, pero me separé y en una concentración de Harley en Viena, contacté con ella. Nos hemos enamorado.
Disculpe, ¿ha dicho concentración de Harley?
De pequeño soñaba con jugar a fútbol americano y tener una Harley. Formé parte del primer equipo de fútbol americano que se creó en 1988 en Barcelona y he jugado hasta el 2005. Y hace seis años me compré la Harley.
Compró un estilo de vida.
Para mí la vida es media naranja: te cabe en la mano y le puedes sacar el jugo. Así que, el fin de semana, me disfrazo con la chupa, las botas y el pañuelo en la cabeza, y me voy por ahí. Mi hijo, de 22 años, alucina.