Gabriel Leal, línea de ataque de Pioners (#75) en la temporada 2002-03, falleció en 2008 debido a las complicaciones surgidas por un problema de insuficiencia renal que arrastraba desde 2004. Desde entonces, Gabriel había dedicado todo su esfuerzo en conseguir que los mexicanos, su país de origen, se involucraran más en el trasplante de órganos. Para ello había creado la organización Collecting4life y dado conferencias en varios lugares, incluida la residencia oficial mexicana “Los Pinos”. También había creado el blog “Desde la máquina”, donde publicaba artículos que escribía mientras estaba en la máquina de diálisis.
Artículos como el titulado “Oye condenado Teques”, donde Gabriel mostraba como se enfrentaba a su enfermedad y que también publicamos en la web.
En 2008, poco antes de su fallecimiento, volvió al terreno de juego durante una serie ofensiva de la Horda Dorada contra los Cherookes, con el campeonato de la OMFA en juego. Las sensaciones que sintió quedaron reflejadas en el artículo que puedes leer a continuación.
“El domingo mientras el sol se posa sobre nuestras cabezas y mientras nuestras áureas corazas deslumbran al enemigo, saltaremos sobre el campo de batalla a batirnos en sangre, no hambrientos de victoria, sino sedientos de Gloria”
Gabriel Leal (días antes de la Final 2008 Horda Dorada vs Cherokees)
No lo hice por querer sacar algún “trauma”, o por tener cuentas pendientes como jugador. Lo que hice en mi momento lo hice y punto. Estoy satisfecho y no tengo que demostrarle nada a nadie futbolísticamente… eso bien o mal ya lo hice en el momento en que me tocaba. Esto que hice ahora es simplemente un acto de celebración de la vida. Una manera de demostrarle al mundo que no hay límites y que aunque pase el tiempo y nos ataque la fatalidad…si nuestro corazón y nuestro espíritu permanecen inquebrantables… entonces y sólo entonces: ¡ABSOLUTAMENTE TODO ES POSIBLE!!!
Lo que he aprendido después de 4 años de enfermedad, 9 muertes, casi 8 meses confinado a una silla de ruedas y varios pronósticos nada halagadores es que el único límite se encuentra en nuestras propias mentes. Si me preguntan que sentí al volver a equiparme a escondidas al medio tiempo del juego y aparecer ante el equipo como Mio Cid con la armadura completa, entrando de lleno al combate después de 4 años de no haber hecho absolutamente nada de ejercicio, después de levantarme de la silla de ruedas y sin poder correr, teniendo enfrente tipos de más de 100 kgs. probablemente, con amplia experiencia en el juego y sobre todo, con una preparación continua y especial desde hace al menos cuatro meses y sedientos de ganar un campeonato… mi respuesta es muy simple: ¡VIVIR ES MARAVILLOSO!
Al ingresar al campo, escuchar la algarabía en las tribunas, llegar al “huddle” agarrado de la mano de mi compañero, ver los ojos decididos y a la vez incrédulos de mi equipo a través de mi máscara, romper el “huddle”, caminar hacia la línea, identificar la defensiva y ver sus movimientos de ajuste mientras el Quarterback mandaba el conteo de alistamiento…. ¡DIOS!!! ¡Esto es adrenalina!!!…. Nunca había sentido la sangre y la energía fluir de ese modo….
Nunca había gozado algo de manera tan completa… tan plena, tan a flor de piel.
¡Down!…¡Hut!…. ¡Hut!!!! Y entonces el torbellino empieza. Se pierden los colores, se alertan los sentidos, se confunden los sonidos de cascos y hombreras chocando, el ruido de las pisadas, los gruñidos salvajes de los combatientes que se empujan tratando de ganar y dominar tan solo una pequeña yarda….
Entonces tu casco choca en contra de otro, tus piernas que no se mueven bien, se empiezan a mover y desplazan una yarda al enemigo, sientes al corredor que pasa justo detrás de tí y es derribado un par de yardas adelante… Escuchas en la distancia confundidos con el griterío los silbatos que indican el fin de la jugada. Cumpliste tu objetivo, abriste un hueco, ganaste una yarda…
Estás en el piso, junto con otras 21 personas, te levantas y le das la mano a un contrario para ayudarlo a levantar. Tu rostro ha cambiado y jamás volverá a ser el mismo. Nada jamás borrará esa sonrisa orgullosa y siniestra a la vez.
Sabes que lo has logrado. Has vencido una vez más a la muerte y has revolcado infamemente a la enfermedad. Te has burlado de ella en su cara y la has humillado.
La defensa contraria detuvo nuestra serie ofensiva, sales del campo caminando, de la mano de tu hermano, el guerrero que porta el número 77. No importa si sólo ganaste una yarda o cuanto se movieron las cadenas….
Caminas hacia la banda y una auténtica horda de corazas doradas se mueve eufórica hacia tí…
No has ganado el partido, has logrado tal vez sólo un par de yardas… pero lo más importante de todo, es que has vivido y sobre todo, has tocado las puertas de la gloria.
GABRIEL “DODO” LEAL (1973-2008)